No seré el primero ni el último en señalar un disco como algo "poético", "sublime" o cualquier apelativo referente a la excelencia en todos los sentidos. La poesía es un arte peculiar, igual que la música, y evidentemente cada cuál tiene sus reglas y delimitaciones materiales y estructurales.
Entonces ¿Por qué unir dos tipos de arte que tienen grandes diferencias en sus medios y quizás en sus fines? El hecho para mi no es casual, elegir ese titulo para este disco en realidad funcionaría para varios de la cosecha de la banda mencionada, Red House Painters, de escasisima difusión en Chile.
El disco a analizar no tiene un nombre en especial, pues en la caratula simplemente se titula "Red House Painters" que es el nombre de la banda, titulo que también maneja el siguiente disco de la banda. Algunos lo titulan Red House Painters I o bien, más popularmente, lo nombran "Rollercoaster" (debido a la imagen que aparece en la caratula y/o a la canción del mismo nombre que se encuentra en el disco).
Ya en la primera escucha de la canción que abre el disco "Grace Cathedral Park", se escucha notoriamente un cambio, un giro musical que contrasta con los innumerables proyectos musicales existentes en el planeta. Es un sonido enigmático, oscuro, pero que no llega a ser opaco, sino por el contrario, se escucha con una claridad muy peculiar. La voz del guitarrista y rostro principal Mark Kozelek presta un tono suave y clarividente que impacta tanto por la letra como por su interpretación casi uniforme a lo largo de la canción, pero con un sentimiento muy ligado a la profundidad de lo que enuncia. Es notoria también la batería que si bien no presenta un despliegue técnico (en el sentido usual de la palabra, con ejecuciones rápidas y bien definidas) sí lo hace con maestría, pues seguir el ritmo de temas como el que ya mencionábamos o también en "Katy Song" entre otras canciones que componen este disco, no es para nada simple. Un ritmo sincopado con tiempos complejos y suaves otorgan mayor particularidad a la música de Red House Painters.
¿Pero que sería de todos estos elementos, sin la guitarra eléctrica que da el colorido al sonido? Pues efectivamente la guitarra eléctrica nos presenta pasajes altamente memorables, no tanto por sus riffs veloces o agresivos pero sí por su ejecución bien cuidada y por los arreglos peculiares, que, al igual que la batería, definen perfectamente la personalidad única de la banda: Puede transitar desde distorsiones graves y densas, hasta reverberaciones (ecos) cristalinas y uso amplio de efectos que dan tonos interesantes a lo que va haciendo el conjunto en su totalidad. Demás está decir el rol del bajo que también se preocupa de generar el ambiente a veces evocativo, a veces opresivo del disco.
Pero ¿Por qué poesía con música? De sobra se ha hablado en otros medios sobre la capacidad de Mark Kozelek para generar emociones con su música, ya sea por medio de las letras o sus composiciones. Pero es otra cosa a lo que quería llegar sino al resultado de un todo: La batería, el bajo, la voz, o lo que sea que suene en el disco, da la sensación de que estuvieras en otro lugar, otro momento. Pocos discos son capaces de generar eso en una persona y menos en millones que atestiguan como Red House Painters crearon discos únicos en su especie. Cuándo alguien me pide definir esta banda, yo trato de asimilarlo con la música barroca de Bach por ejemplo, que de por sí era bastante contraria a su tiempo, en fin, cuando las palabras sobran es porque precisamente sólo resta escuchar lo que ya se ha nombrado. Canciones como "Mistress", "Take me out" o "Rollercoaster" seguramente quedaran en la memoria de quienes lo escuchen. Sobran palabras, porque precisamente todo lo que hay que escuchar está en el disco.... Poesía y música para recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario