viernes, 17 de julio de 2015

"¡Haz música, Socrates!" Sobre ciertas acepciones de la música desde mi filosofía personal PARTE I

Hablar de la pre-comprensión y comprensión musical, no es solo hablar de la música en tanto su definición de diccionario, es vivir y hacer presente la música en quien quiere invocarla. Como muchos sabemos, para hablar de un particular tipo de arte debemos, como exigencia ontológica, palpar y producir el discurso en y por lo que se desea convocar. La exegesis puramente formal y científica aquí no vale mucho, sobre todo si se trata de un arte tan efímero y poco material como la música.

¿Por qué ponerlo en esos términos? ¿Por qué no decir por el contrario, que la música es lo más material que existe entre las artes? Pues bien, haré de abogado del diablo de mis propias cavilaciones, y diré por el momento que la música es tan material como la pintura y la poesía (por ejemplo) y por qué, para luego destruir dichos prejuicios por la propia sobre determinación de lo que significa la música a través de los tiempos (vale decir que es el método mayeutico de Socrates, solo que aplicado a mi propio pensamiento).

La música es material porque 1) Se produce a partir de equipos materiales (llámese gramofono, parlantes, amplificadores, etc.) 2) Su producto hoy por hoy tiene una materialidad particular (Cd, Vinilo, Reproductores mp3, Celulares con reproductor de música, etc.) 3) Las personas que producen música, son plenamente identificables y corpóreos.  

En relación con la primera premisa, ¿Diríamos que la música es concretamente los equipos que la producen en un determinado espacio? Pues sin lugar a dudas diremos que no, la música no es precisamente esa fuente de donde proviene, la música es intersubjetividad en términos que es una relación entre comunicación, expresión y escucha (atención). ¿Por qué? Pues porque la música no es solo un pronunciamiento de sonidos de manera azarosa (incluso cuando todo indicara que el azar domina una expresión musical concreta).

Me explico, cuando un guitarrista, cantante, violinista, concertista, etc. improvisa, lo hace en función de expresar un sentimiento o un pensamiento que domina esa expresión musical. Cuando elije un determinado instrumento o un estilo en concreto para tal arreglo, aun cuando presione notas al azar, la preconfiguración del instrumento y su sonido, además de lo que es susceptible de asociar con tal sonido o acompañamiento, irá determinando la expresión en sí. No significa que tal arreglo produzca irremediablemente tal expresión, sino más bien que dicha expresión en conjunto con el modelo cultural donde se inserta y se expresa (y en que situación se expresa) moldeará de alguna forma u otra una idea o precomprensión determinada, que puede variar dependiendo de la subjetividad de los oyentes.

Por eso es que, aunque ciertas características de ejecución indiquen que el instrumentista aplicó ciertos patrones azarosos, la misma constitución del instrumento, la temporalidad de la canción o de la obra donde se ejecutó el arreglo y en definitiva lo que acompaña dicha ejecución (sean factores intra obra artística, como la duración, el estilo o el tono del tema u obra, o sean extra artísticos, como el escenario, el contexto o los oyentes), irán llevando un rango más o menos aceptable de emociones que aunque parecieran dispares, pueden convivir en función de lo que se desee expresar o lo que se intenta interpretar.



CONTINUA EN "¡Haz música, Socrates!" Sobre ciertas acepciones de la música desde mi filosofía personal, PARTE II

No hay comentarios:

Publicar un comentario